La puerta de acceso a nuestro Sistema Nacional de Salud son los más de 13.000 centros de Atención Primaria (entre titularidad pública y privada), que atienden las necesidades de una población cada vez más longeva y con una mayor prevalencia de enfermedades crónicas.
Así lo confirma el último Informe Anual del Sistema Nacional de Salud, que cuantifica en más de 364 millones las consultas anuales que se producen en medicina y enfermería en el ámbito de la Atención Primaria – con una frecuencia media de 5,1 visitas por persona asignada y año – de las cuales, el 96,5% se realizan en los centros sanitarios y el 3,5% restante en el domicilio, siendo las personas mayores las principales destinatarias de este tipo de asistencia.
Estos datos ponen de manifiesto dos realidades principales: por un lado, la proporción de 3,3 consultorios locales por cada centro de salud refleja “las variaciones de la dispersión geográfica española”, tal y como señala dicho informe; por otro, constata la todavía baja penetración de la asistencia domiciliaria, con un porcentaje que es aún más reducido (1,7%) cuando se analiza, únicamente, la actividad de medicina de familia.
En medio de toda esta realidad, la irrupción de la crisis de salud pública del coronavirus ha evidenciado el importante papel de la Atención Primaria en el sistema sanitario, así como la importancia y el recorrido que puede llegar a tener una buena atención domiciliaria.
De ahí que ahora tenga mayor relevancia si cabe, la necesidad de afrontar una reflexión sobre la realidad de nuestro sistema de Atención Primaria, asunto que ya figuraba en la agenda política previa al coronavirus, especialmente en aquellos territorios con mayores tasas índices de despoblación.
Así lo ha expresado el ministro de Sanidad, Salvador Illa, que ha situado este tema entre las prioridades de su acción de Gobierno. El ministro, que considera que la Atención Primaria es “la base para la planificación del Sistema Nacional de Salud”, tiene entre sus planes el desarrollo y la implementación del Marco Estratégico para la Atención Primaria y Comunitaria aprobado en la anterior legislatura, con los objetivos de potenciar nuevos roles (como el de la enfermería), abordar la introducción de las tecnologías o impulsar la atención domiciliaria, entre otros.
También el Congreso de los Diputados, a través del dictamen aprobado por la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica, ha remarcado la necesidad de abordar cambios de calado en el ámbito de la salud comunitaria. Entre las medidas aprobadas por dicha Comisión destaca la propuesta de impulsar, por parte de cada comunidad autónoma, un Plan Estratégico de Atención Primaria” así como de la implantación de un “Plan urgente de digitalización sanitaria en Atención Primaria”.
En los debates políticos y sectoriales celebrados al respecto, existe un acuerdo unánime en que uno de los principales desafíos en el rediseño del futuro de la Atención Primaria es la telemedicina, una realidad que en los últimos meses se ha comenzado a materializar a un ritmo vertiginoso, acelerado por la crisis sanitaria del coronavirus.
La digitalización de los procesos no solo hará más efectivo el seguimiento y la monitorización de los pacientes, sino que también contribuirá a la (necesaria) descongestión de los centros de salud, que podrán reorganizar el conjunto de los servicios asistenciales que ofrecen, permitiendo que el componente sociosanitario obtenga un mayor peso en su día a día. Al mismo tiempo, este rediseño de la actividad ambulatoria facilitará la introducción de nuevos indicadores de efectividad mejorando los resultados en salud ya que, sin lugar a duda, optimizará los niveles asistenciales de la Atención Primaria y contribuirá a disminuir la presión sobre los centros hospitalarios que, especialmente durante la pandemia, se han visto desbordados.
En el marco de estas transformaciones, la filósofa Amelia Valcárcel ya subrayó, durante su participación en el debate “El Paciente del Futuro” organizado por Healthinking, que es necesario “implementar un sistema de cercanía mucho más eficiente y confiable”, ya que hay cosas que han derivado “hacia estructuras mayores, grandes hospitales, que solo necesitaremos dos o tres veces en nuestra vida”. Una necesidad que se antoja aún más imperiosa en el mundo rural, donde la importancia tanto sanitaria como social de los centros de atención primaria es mucho mayor y donde el envejecimiento de la población y, por extensión, la prevalencia de patologías crónicas, supone un reto añadido para los profesionales sanitarios. Por ello, cuestiones como la atención domiciliaria o el envío a domicilio de los medicamentos serán clave para dar una respuesta eficaz a los desafíos más urgentes del sistema.
En síntesis, la necesidad de repensar de forma conjunta nuestro primer nivel de acceso a la asistencia sanitaria no es baladí. La Atención Primaria ha de ser el eje vertebrador de un sistema que, de no abordar una reorganización que lo transforme y acerque al paciente, estaremos poniendo en riesgo.
Una llamada a la reflexión que debe ser tenida en cuenta especialmente ahora, en un momento decisivo para la necesaria transformación de nuestro Sistema Nacional de Salud.
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