Bioética para abordar el futuro del sistema sanitario

El avance exponencial del desarrollo de la ciencia y la tecnología durante las últimas décadas está afectando radicalmente a multitud de campos, también a la medicina. De la mano de estos avances vienen multitud de beneficios para pacientes y profesionales de la salud, pero también muchas preguntas: ¿hasta qué punto debemos intervenir en la biología?, ¿cómo repartimos responsabilidades cuando es la tecnología la que podría tomar decisiones?, ¿debemos hacer todo lo que podemos hacer? Estas preguntas y muchas otras solo pueden ser respondidas desde la bioética, la puerta de entrada al derecho sanitario.

Joaquín Cayón, doctor en derecho por la Universidad de Cantabria, donde ahora es profesor, jefe del Servicio Jurídico de la Consejería de Sanidad de Cantabria y director del Grupo de Investigación en Derecho Sanitario y Bioética del Instituto de Investigación Sanitaria “Marqués de Valdecilla” (IDIVAL), aporta su visión sobre los retos que afronta la bioética y el derecho sanitario y las implicaciones de los avances tecnológicos y científicos en el campo de la salud desde esta óptica.

Cayón señala como dos de los grandes desafíos de nuestro sistema sanitario a la cronicidad, derivada del aumento de la esperanza de vida, una situación para la que nuestro sistema sanitario “no está pensado”, más volcado en procesos agudos y con una mirada hospital-céntrica; y a la adaptación a las nuevas tecnologías. A este respecto, asegura que constituyen una gran ventaja que puede, además, ayudar a abordar esta cronicidad, pero también un reto, especialmente por el cambio en la relación médico-paciente, cada vez más horizontal: “cuanta mayor es la digitalización, más necesaria es una mayor humanización de la asistencia sanitaria”. Para esta labor, asegura, “los perfiles que vamos a demandar no solo serán tecnológicos, también serán eticistas y juristas”.

Sobre la relación entre la bioética y el derecho sanitario, el jefe del Servicio Jurídico aclara su estrecha vinculación: “el derecho sanitario es una bioética de mínimos aprobada en el parlamento. El derecho es un tipo de ética, una ética mayoritaria”. Así, explica cómo éste aporta seguridad ante la multitud de reflexiones desde la ética: “a veces hablamos de ética en singular como si hubiera un consenso universal sobre qué es lo ético y qué no. Precisamente ante esa situación de divergencia emerge el derecho como conjunto de reglas que proporcionan seguridad y certeza para resolver los inevitables conflictos que se producen en el sector salud”.

Joaquín Cayón

Joaquín Cayón. Doctor en Derecho. Jefe del Servicio Jurídico de la Consejería de Salud de la Comunidad Autónoma de Cantabria. Director del Grupo de Investigación en Derecho Sanitario y Bioética del Instituto de Investigación Sanitaria IDIVAL. Profesor asociado de la Universidad de Cantabria y codirector del máster en gestión de servicios sanitarios en dicha universidad. Vicepresidente de la Asociación Europea de Derecho Sanitario. Profesor invitado tanto en universidades nacionales y extranjeras. Autor de más de un centenar de publicaciones e investigador principal en varios proyectos europeos.

 

Tanto la bioética como el derecho sanitario abarcan multitud de campos de discusión, aunque los grandes debates tradicionales se han centrado en dos momentos cruciales: el inicio y el fin de la vida. Cayón señala algunos de estos debates históricos, como la interrupción voluntaria del embarazo, la esterilización a personas con discapacidad, las técnicas de reproducción asistida o la eutanasia. Sin embargo, apunta, la gran pregunta de nuestros días tiene que ver con las nuevas tecnologías y los dilemas que nos plantean.

A este respecto, el doctor en derecho se hace la siguiente pregunta: “¿todo lo que es tecnológicamente posible es éticamente aceptable?”. Y menciona uno de los múltiples ejemplos que existen: “La CRISPR-Cas9 es una técnica reproductiva que permite la modificación embrionaria, es decir, los embriones implantados a través de fecundación in vitro pueden ser modificados para permitir mejorar en el futuro bebé, como una mejora de la capacidad intelectual. ¿Eso es éticamente admisible?, ¿hay que esperar a que sea universal para que sea aplicable?”.

Sobre las tecnologías de mejoramiento biológico, explica Cayón, existen dos grandes corrientes de abordaje desde la bioética: el transhumanismo, que aboga por mejorar, si es posible, entendiendo que la propia medicina es una reacción frente a la biología; y el bioconservadurismo, que pone el acento en la precaución y el principio de universalidad. El desempate entre estas dos miradas ha de hacerse desde el derecho sanitario.

En este abordaje de nuevos retos desde la bioética y el derecho sanitario, la Inteligencia Artificial (IA) ocupa un lugar protagonista. Las posibilidades que nos da la IA han revolucionado el sector de la salud, permitiendo, por ejemplo, el procesamiento de enorme cantidad de datos que nos ayudan a predecir o a desarrollar tratamientos personalizados. Sin embargo, también entraña dilemas.

Cayón apunta dos: “en primer lugar, el dilema de la universalidad, es decir, ¿hasta qué punto es ético beneficiarse de determinados tratamientos a través de la IA que no van a estar disponibles para el conjunto de la población? Deberíamos esperar a que estén disponibles para evitar una suerte de eugenesia que solo favorezca a la gente con más recursos, o hay que ir poniéndolos en marcha como ha sucedido históricamente”. En segundo lugar, destaca la desaparición del intermediario humano: “Hasta ahora, la IA no ofrece grandes problemas, siempre y cuando se utilice como apoyo a la toma de decisiones (…) La cuestión emergerá cuando los sistemas permitan la relación directa entre máquina y paciente, sin intermediario. A partir de ahí se generan problemas de responsabilidad por posibles daños, de propiedad intelectual, o de una incorrecta prestación de servicios”. Cayón, concluye: “es el momento de una regulación jurídica”.

A pesar de los crecientes dilemas que es necesario abordar desde la bioética y dar respuesta desde el derecho sanitario, existe una desatención a estas cuestiones desde los planes de estudio. Joaquín Cayón señala esta situación apuntando que “hay un malentendido en el sentido de considerar la ética como algo separado de la actividad clínica. Nada más alejado de la realidad, dado que cuando, por ejemplo, un facultativo informa al paciente, no lo hace por una tarea burocrática o por el cumplimiento de un deber jurídico, eso también es hacer medicina”.

Por ello, ante esta situación, reclama “debería regularse una mayor intensidad en los planes de estudio de los grados relacionados con la salud. Cuando el profesional recibe formación en materia de ética y de derecho, comprende mucho mejor determinadas situaciones. La ética tiene que dejar de ser el campo de determinados estudiosos, (…) tiene que ser algo transversal, empapar al conjunto del sistema, porque si el sistema no es ético ni transparente no es un auténtico sistema”.