La irrupción del coronavirus en nuestras vidas ha sacudido la realidad que nos rodea en todas sus dimensiones. Desde la perspectiva sanitaria, los profesionales están haciendo frente, desde hace meses, a un desafío sin precedentes desde el punto de vista asistencial.
Sin embargo, la cuarentena, los pacientes aislados durante semanas o la falta de contacto físico con los demás ha situado en el primer plano la necesidad de avanzar con urgencia hacia una mayor presencia del humanismo sociosanitario, disciplina que trasciende los aspectos biológicos de los pacientes para alcanzar las dimensiones psicoafectivas y sociales.
“En los últimos 20 o 30 años hemos hecho un esfuerzo para entender que, aparte de las dolencias físicas, existen también componentes sociales y componentes psico-afectivos que influyen en el enfermar y en el curso natural de las enfermedades”, explica a Healthinking el doctor Julio Zarco, director de la Clínica Universitaria Rey Juan Carlos y presidente de la Fundación Humans para la promoción de la Humanización de la Asistencia Sanitaria.
Según el Dr. Zarco, el centro del sistema sanitario es el paciente, pero también la familia, los profesionales, los decisores y todos los que forman parte del mismo. “Cualquier abordaje que hagamos que sea limitante, no deja de trocear un poco el mapa, y eso hace que tengamos una visión muy pobre de lo que está aconteciendo a esa persona, y desde luego ofreceremos soluciones también pobres y escasas para resolver los problemas. Por lo tanto, el humanismo sociosanitario es una forma de ver la realidad del paciente de una manera sistémica, entendiendo que todo tiene que ver con todo”, añade.
Sin embargo, al tiempo que el coronavirus acelera la necesidad de avanzar hacia un enfoque integral y humanístico, el sistema sanitario continua su avance progresivo hacia una mayor digitalización y transformación tecnológica, con una presencia mayor de la virtualidad, de la acumulación de datos que convierten nuestras realidades en cifras y de una mayor autonomía por parte de los pacientes (en la recogida de recetas, en la consulta de sus historias digitales, etc.).
“Los seres humanos exigen una empatía y una compasión por parte del que está enfrente de ellos y del propio sistema. La compasión es nuclear en cualquier sistema de salud. Es muy difícil hoy en día suplir la compasión y la empatía humana a través de una máquina. Cuando evolucione la tecnología y tengamos redes neuronales y celebros electrónicos con material biológico, es posible que podamos empezar, pero para eso falta mucho tiempo”, explica el Dr. Zarco. El camino, a su juicio, pasa mientras tanto por “no despersonalizar a la persona” y por “incrementar sus experiencias humanas con otros”.
Entonces, ¿por dónde empezar? ¿cómo es posible abordar una transformación de este tipo? ¿es compatible llevarla a cabo en un contexto como el actual? ¿cuál ha de ser el primer paso?
El Dr. Zarco toma como ejemplo a las muñecas rusas matrioskas, que tienen una dentro de otra, y asegura que “hay que ir de la muñeca grande a la pequeña y de la muñeca pequeña a la grande” haciendo cambios estructurales en las distintas capas que forman el sistema, pues “las revoluciones tienen que empezar en las dos direcciones para después juntarse en medio”.
Médico de Familia y Doctor en Humanidades Médicas. Ha sido presidente de Semergen durante 8 años y viceconsejero de Sanidad en la CAM. Actualmente, además de profesor de Psiquiatría y Psicología Médica de la UCM, es presidente de la Fundación Humans para la promoción de La humanización de la asistencia sanitaria. Conferenciante y escritor, acaba de publicar su último libro: Encuentros con el silencio.
Esto exige promover “reformas e innovación en la macrogestión, en la mesogestión y en la microgrestión”.
En el primero de estos ámbitos, la macrogestión, el doctor Zarco señala como principal desafío “fomentar la cultura de la salud y crear una sociedad abierta anclada en los principios del humanismo”, lo que exige “empoderar a la sociedad, tener una sociedad informada” y más participativa.
Respecto al segundo, la mesogestión, señala que es necesario avanzar hacia modelos de gestión “horizontales”, también con mayor participación de grupos multidisciplinares de profesionales y un cambio estructural que haga que los hospitales funcionen “como una membrana semipermeable llena de poros”.
“Un hospital debe tener poros para que, a través ellos podamos introducir lo que está afuera, como los movimientos asociativos de pacientes. Hace dos años, en el hospital clínico San Carlos, introdujimos comités de pacientes con voz y voto, de manera activa”, explica.
Sin embargo, también este es un proceso de doble dirección: “un hospital no puede estar de espaldas al tejido social en el que se encuentra. Ha de haber responsabilidad social corporativa y aportar valor a la sociedad”, indica.
Finalmente, en relación con la microgestión, el Dr. Zarco advierte que “el cambio tiene que producirse en la persona”. “Mientras el ser humano no entienda que estamos en un mundo de relaciones, interconectado, en el que tiene que haber innovación tecnológica y humana, tendremos el modelo antiguo (…). Hay que hacer una transformación de las mentes y las conciencias individuales para poder hacer una transformación global”.
En definitiva, el diagnóstico está hecho y la hoja de ruta marcada. La perspectiva que el coronavirus ha dado a esta dimensión humana e integral de la asistencia sanitaria es una ocasión perfecta para acelerar el proceso de transformación, muñeca a muñeca, capa a capa; pues, como escribió el alemán Heinz G. Konsalik en el siglo XX, “a un ser humano solo le puede salvar otro ser humano”.
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