Ensanchar la vida o cómo abordar la cronicidad

El aumento de la esperanza de vida derivado de la innovación médica y las mejores condiciones de vida de la ciudadanía o la cronicidad de enfermedades que antes eran mortales son, sin duda, triunfos del desarrollo humano. Sin embargo, estos éxitos conllevan un reto: ¿cómo tratamos a los pacientes de larga duración?, ¿está nuestro sistema de salud pensado para atender a la cronicidad?, ¿cómo manejamos las pluripatologías o el dolor crónico?

Antonio Pose, catedrático de Medicina por la Universidad de Santiago de Compostela (USC) y creador de la Unidad de Pluripatología y Edad Avanzada del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela y creador de la cátedra de Cronicidad de la USC nos ayuda a pensar juntos sobre la cronicidad y el manejo del paciente crónico.

El avance espectacular de la medicina en las últimas décadas, de la mano de las mejora social y económica conlleva, tal y como asegura Pose, a que haya más enfermos crónicos. Sin embargo, en palabras del doctor, “nuestro sistema sanitario está preparado para atender al paciente agudo y para el bordaje de las enfermedades agudas, pero no para el crónico”. El paciente crónico tiene necesidades muy específicas que no siempre son cubiertas debidamente: “necesitamos buscar formas alternativas a la hospitalización convencional, que machaca mucho al paciente crónico, y evitar la fragmentación de la atención, deben estar siempre en contacto con el sistema de salud, no solo cuando se descompense y precise ingreso”.

Antonio Pose

Catedrático de Medicina USC, Especialista en Medicina Interna. Creador de la Unidad de Pluripatología y edad avanzada del Complexo hospitalario universitario de Santiago de Compostela y exdirector de la cátedra de cronicidad de la USC.

Este manejo diferencial de la cronicidad tiene mucho que ver con la calidad de vida. “Desde que se diagnostica una enfermedad potencialmente incurable pero que se puede transformar en una enfermedad crónica hasta el fallecimiento del paciente, la calidad de vida es fundamental”, señala Pose. Entre estas dos fechas pueden pasar muchos años, con lo que, al factor de alargar la vida se une uno más importante: dar mayor calidad de vida y un manejo adecuado del dolor. En términos de Antonio Pose, “vale más ensanchar la vida que alargarla”.

En cuanto al rol central que juega el dolor en la atención a la cronicidad, es, según Pose, más un auténtico síndrome que un síntoma, siendo la manifestación más frecuente y más limitantes de las enfermedades crónicas. A este respecto, el catedrático se encuentra trabajando en un grupo multidisciplinar de la Comisión Europea para llevar a cabo un proyecto europeo sobre el manejo del dolor.

Otro de los factores a la hora de atender a las personas con enfermedades crónicas es el abordaje de su salud mental y el mantenimiento del mayor bienestar emocional posible. Pose insiste en la necesidad de que estos pacientes sean tratados por equipos multidisciplinares que aborden la enfermedad desde múltiples frentes, también el emocional. Esta mirada es especialmente importante en la atención hospitalaria, ya que en ocasiones el paciente crónico ingresado mejora de la descompensación que le ha llevado al ingreso, pero empeora en cuanto a movilidad o funciones cerebrales superiores, haciéndose más frágil y dependiente y generando mucho malestar.

En cuanto a la salud mental, Pose añade como elemento fundamental la soledad no deseada. “En las personas que viven solas, en situación de soledad no deseada y de aislamiento social, la cronicidad se magnifica y su pronóstico vital y calidad de vida empeora”, apunta el doctor. Para abordar esta situación, señala herramientas como la Estrategia Gallega de Atención a la Soledad no Deseada de 2021, un documento muy interesante que, en palabras de Pose “apenas se ha desarrollado”. “Esperábamos que tras la pandemia esta estrategia se llegase a desarrollar, al igual que el Plan de Atención al Paciente Crónico Complejo, pero de momento no ha sido así”.

La atención a la cronicidad, tal y como mencionaba Pose, supone, además, un reto para nuestro sistema sanitario. En este sentido, el doctor apunta “lo primero que se debe hacer para solucionar un problema de este tipo es conocer su magnitud, y en este sentido creo que es necesario saber de cuántas personas hablamos y en qué situación está cada una de ellas”, una necesidad factible gracias a la historia clínica electrónica. Una vez que conocemos la magnitud del problema, apunta el catedrático, necesitamos aplicar diferentes recetas sanitarias, sociosanitarias y siempre multidisciplinares, como trabajar alternativas a la hospitalización convencional que eviten el ingreso hospitalario; mantener la continuidad asistencial para detectar las descompensaciones de forma precoz; implicar más a la Atención Primaria y, especialmente, a Enfermería; así como desarrollar hospitales de día o servicios de hospitalización domiciliaria.

Otra de las claves a la hora de hablar de atención a la cronicidad es la figura del cuidador o, en su mayoría, la cuidadora. Pose señala la importancia de empoderar la paciente para que conozca su propia enfermedad y aprenda a convivir con ella de la mejor forma posible, pero también la urgencia de formar a los y las que cuidan: “para ser cuidador no basta con querer, hay que poder, y para poder es necesario saber”, señala el doctor. Herramientas como la telemedicina y la monitorización pueden ayudar a esta tarea, siendo la incorporación de la tecnología una tendencia en alza en la medicina en general y en el tratamiento de la cronicidad en particular, con la introducción de la Inteligencia Artificial o incluso de la robótica, tal y como señala Pose.

Sin embargo, hasta que estos avances se consoliden, el cuidador o cuidadora es una figura esencial para saber cómo se encuentra el paciente crónico en cada momento. Dada la exigencia de esta dedicación, Pose señala la necesidad de avanzar en periodos de descanso necesarios para los y las que cuidan y evitar el síndrome del cuidador superado. “Es algo que debe tener en cuenta el sistema sanitario, para prestarles formación, apoyo físico, emocional y psicológico y evitar su claudicación”, señala el doctor.

La atención a la cronicidad conlleva una serie de consideraciones a las que el sistema sanitario debe adaptarse si quiere que esta se desarrolle de una forma óptima: repensar la hospitalización, aplicar una mirada multidisciplinar, incorporar el desarrollo tecnológico o mantener la continuidad asistencial son algunas de ellas. Tampoco podemos dejar de pensar en la salud mental y en el bienestar, tanto del paciente como de las personas cuidadoras, elementos fundamentales de un campo dedicado a algo tan central como controlar el dolor y mejorar la calidad de vida, que no es otra cosa que ensancharla.

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