¿Es posible un futuro sin hepatitis C?

Cada 28 de julio se celebra el Día Mundial contra la Hepatitis, fecha marcada en el calendario por la Organización Mundial de la Salud al objeto de sensibilizar y poner el foco en estas enfermedades víricas, que padecen en el mundo alrededor de 325 millones de personas.

Las hepatitis víricas se pueden prevenir, tratar y, en el caso de la hepatitis C, cuya transmisión se produce a través de la sangre, puede incluso curarse. La introducción de tratamientos innovadores en los últimos años ha cambiado de forma radical el abordaje de la enfermedad, hasta el punto de que la propia OMS se ha fijado como reto su eliminación para el año 2030.

Healthinking, en el marco de su objetivo de conocer y anticipar los retos del sistema sanitario para facilitar la toma de decisiones, ha querido preguntarse, coincidiendo con esta celebración, si es posible alcanzar este desafío y si es posible un futuro no muy lejano sin hepatitis C.

El doctor Rafael Bañares, Jefe de Servicio de Medicina de Aparato Digestivo del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, Catedrático de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid y Director Científico de CIBERehd, ha explicado a Healthinking que, en los últimos años, se ha producido un cambio “radical” en el abordaje de la enfermedad. Antes se investigaba principalmente en el desarrollo de fármacos que fueran capaces de eliminar el componente infeccioso y secundariamente, en las consecuencias hepáticas del virus. Actualmente no es necesario investigar más sobre la eliminación del agente infeccioso, sino en el impacto a largo de plazo de la curación de la enfermedad. “En ocasiones, aunque eliminemos el virus, la enfermedad hepática sigue su curso”.

Es un hecho sin precedentes disponer de un tratamiento para la hepatitis C que ha alcanzado resultados realmente esperanzadores. “Hoy se cura más la hepatitis C que la amigdalitis”, ha indicado.

De hecho, en España, según datos del Ministerio Sanidad, se han tratado con antivirales de acción directa más de 132.000 pacientes entre enero de 2015 y julio de 2019, y la efectividad terapéutica de los mismos ha alcanzado un índice del 95,7%. “Ningún paciente diagnosticado se va a quedar sin tratar. El problema es que, teniendo en cuenta el carácter silente de esta patología y su capacidad de progresión, prácticamente sin producir síntomas, puede haber personas que, siendo asintomáticas, tengan la enfermedad”, ha explicado el doctor Bañares.

“Para eliminar completamente o atenuar marcadamente las consecuencias de la enfermedad, lo ideal sería tener estrategias de cribado que permitieran aflorar estos casos ocultos”, apunta Rafael Bañares. “Desde una perspectiva teórica, si se hiciera este cribado universal y se tratara posteriormente a los pacientes, sí que sería posible (alcanzar el objetivo de la OMS), aunque es una ilusión excesiva. En todo caso, en palabras de este investigador, “es verdad que una atenuación muy importante del impacto de la enfermedad sí que es posible en este horizonte de tiempo” a partir de la situación actual y de los progresos hechos a lo largo de los últimos cinco años.

Rafael Bañares es jefe de Servicio de Medicina de Aparato Digestivo del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, Catedrático de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid y Director Científico de CIBERehd. Co-editor de varios libros nacionales e internacionales y autor de numerosos capítulos de libros internacionales.

Cuando le preguntamos al doctor Bañares sobre la situación de España en este tema, su respuesta es clara: “En el momento actual, hay (en España) una posición de bastante privilegio con respecto a otros países de nuestro entorno. Disponer de un sistema sanitario público que es capaz de acceder a la mayor parte de población con no demasiada dificultad es una suerte. También lo es el compromiso de las comunidades autónomas de proporcionar un tratamiento a los pacientes, así como la disponibilidad de las compañías por voluntad propia o por efecto de mercado a alcanzar unos costes asumibles que permitan tratar a un gran grupo de pacientes”, ha añadido.

España es, en consecuencia, según este investigador, uno de los países más avanzados del mundo en el abordaje de la hepatitis C. “Hay comunidades como Cantabria, en las que existe un programa de cribado universal”, lo que tiene una extraordinaria relevancia a la hora de diagnosticar a tiempo la enfermedad, pues, según la OMS, las nuevas infecciones suelen ser asintomáticas.

Preguntamos al doctor, si tiene sentido, en un momento como el que estamos viviendo, generalizar la realización voluntaria de test serológicos que permitan identificar no solo los anticuerpos de coronavirus sino de otro tipo de enfermedades como la hepatitis o VIH.

La respuesta es… – Sí, se podría hacer -. Otra cosa es que el coste asociado a esa intervención realmente fuera apropiado para el sistema de salud actualmente; porque el cribado de una enfermedad tiene que ir necesariamente ligado a tratar la enfermedad que afloras. No tiene sentido levantar la liebre si no tienes una escopeta para darle un tiro y abatirla. Entonces, es muy importante que cuando se hace un cribado de enfermedades, tengamos estrategias previstas para su tratamiento.

En el caso de la hepatitis C, efectivamente, la hay. No cabe duda. En el caso de otras enfermedades no siempre la hay. Por tanto, hacer cribados universales de todas las enfermedades infecciosas es algo que hay que meditar cuidadosamente antes”, concluye Rafael Bañares.

Tanto los datos como los expertos ponen de manifiesto que nuestro país se encuentra en el camino adecuado para la consecución del objetivo propuesto por la OMS, con comunidades autónomas realmente punteras. Seguir por esta dirección puede situar a España como líder mundial y un auténtico referente en la materia; y, lo que es aún más importante, puede conducirnos a la consecución de un hito histórico como sería la eliminación de esta enfermedad.

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