La crisis desencadenada por la pandemia ha puesto de manifiesto los principales retos y necesidades a los que se enfrenta el Sistema Sanitario en España, incluyendo la lucha contra la desigualdad social, uno de los daños colaterales más graves de la pandemia. Por ello, es esencial analizar, detectar y contrarrestar las desigualdades en salud y los retos a los que se enfrentan los múltiples actores del ecosistema sanitario para poder reducirlas.
Diana Gil, experta en Medicina Preventiva y Salud Pública, ha mantenido una conversación con Healthinking en la que ha compartido su visión sobre las desigualdades, los principales retos a alcanzar y los actores esenciales en el proceso de transformación y lucha contra la problemática.
Los problemas estructurales del sector sanitario en concreto y del sistema de bienestar social en general, ha sido uno de los aspectos que la pandemia ha visibilizado. De hecho, la doctora Diana Gil destaca que la emergencia sanitaria ha puesto de manifiesto problemas que forman parte del debate público, “como se desarrolla la política de salud pública en este país, la falta de peso e influencia en el conjunto del sistema sanitario que tiene la Atención primaria en salud, los problemas de coordinación entre áreas y niveles asistenciales y el sistema de toma de decisiones a nivel técnico y en la gestión de los recursos humanos, materiales y de la pandemia en general.”
La salud de un país no solamente depende de su sistema sanitario. La salud es un bien social, un recurso necesario para el desarrollo y se ve influido por los denominados determinantes sociales. “Antes de que las personas estén enfermas, se ven afectadas por una serie de condiciones vinculadas al contexto que influyen sobre sus problemas de salud sobre cómo transcurren y sobre la capacidad de recuperación”, explica Gil. “Cuando trabajamos para mejorar la salud de la población o reducir las desigualdades en salud, no sólo tenemos que trabajar desde el sistema sanitario, sino sobre la realidad social en la que viven las personas, influidas por aspectos económicos, sociales, políticos o culturales. Es esencial desarrollar estrategias y trabajar generando contextos que no produzcan desigualdad o enfermedad, sino donde la gente gane salud”, concluye la doctora Gil.
La importancia de incluir el impacto en salud en todas las políticas
Todas las políticas tienen un impacto en salud, el cual hay que evaluar y así poder obtener información esencial necesaria para saber cómo influyen las políticas (sociales, económicas, territoriales, entre otras) en la salud de la población, así como gestionar esas políticas públicas para proteger la salud de la población. “No sólo se necesita un buen sistema sanitario que desarrolle estrategias de prevención, promoción y restauración de la salud, sino que se requiere que la gobernanza global tenga en cuenta el impacto en la salud de cualquier tipo de estrategia política o programa”, destaca Gil.
Como eje vertebrador del sistema sanitario, la Atención Primaria es la principal estrategia para combatir las desigualdades en salud. “Un sistema de atención primaria fuerte genera poblaciones saludables, tiene la capacidad de atender la cronicidad, descongestiona el sistema de atención especializada, puede reducir la prescripción de fármacos y canaliza mejor las demandas y necesidades en salud de la población hacia todo el sistema”, explica la doctora. Pero ¿qué tipo de atención primaria tenemos en España? “Una atención primaria que no ha sido desarrollada en toda su capacidad”, destaca Gil. “Los centros de salud no son todavía “centros de salud”, sino que continúan siendo centros de atención de la enfermedad, cuando su objetivo original es, como activo, contribuir a generar sociedades saludables, promover la salud. Una estrategia de atención primaria y salud comunitaria completa tiene la capacidad de mejorar la calidad de vida de la población”, añade Gil.
Diana Gil González es Profesora Titular de Medicina Preventiva y Salud Pública en el Departamento de Enfermería Comunitaria, Medicina Preventiva y Salud Pública e Historia de la Ciencia de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Alicante. Desarrolla tareas docentes en la Universidad de Alicante desde 1998 hasta la actualidad, principalmente en los Grados de Enfermería, Trabajo Social y Nutrición. Desde 2016 hasta 2020 ocupó el cargo académico de Directora de Secretariado de Responsabilidad Social en el Vicerrectorado de Responsabilidad Social, Inclusión e Igualdad. Desde 2017 a 2020 fue Directora de la Cátedra de Cultura Gitana de la Universidad de Alicante, proyecto financiado por la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas de la Generalitat Valenciana.
De este modo, la doctora Gil deja claro que, según la evidencia científica, el despliegue de un nivel de atención primaria fuerte seria la estrategia que más impacto tendría para reducir las desigualdades en salud entre la población y los grupos sociales en mayor situación de vulnerabilidad. Es necesario constituir un sistema de atención primaria que responda sus objetivos originales que es prevenir, promover, educar y todo lo que conlleva, “trabajar con la comunidad y con el paciente de una forma más activa, involucrando a la población en la resolución de sus propios problemas de salud, con plantillas y profesionales que tengan formación en salud comunitaria, perspectiva de género e interseccionalidad”, explica Gil.
Los múltiples actores que forman parte de la lucha conta la desigualdad
La salud pública se define como los esfuerzos organizados de la sociedad para mejorar, mantener y restaurar la salud (según el Informe Acheson de 1987) y estos esfuerzos son realizados por todos los actores. Desde la gobernanza, como eje articulador de las políticas públicas, a la propia población y el mundo asociativo, pasando por las instituciones públicas, las universidades y centros de investigación y el mundo empresarial, son actores relevantes en la lucha contra la desigualdad. “El mundo empresarial tiene un enorme rol para generar contextos que, a su vez, promuevan la salud o no. Las empresas generan activos, y pueden generar dinámicas que contribuyan a la cohesión social. De hecho, deben ser un lugar que genere poblaciones sanas, espacios socialmente responsables”, explica la doctora. “Promover empresas socialmente responsables tiene mucho que ver con un paradigma de construir entornos justos, equitativos y saludables”, añade Gil.
En cuanto al paciente, uno de los objetivos principales es que desarrolle un rol activo en la gestión de su propia salud; al fin y al cabo, la promoción de la salud es proporcionar a las personas las herramientas para manejar su propia salud de forma autónoma. A día de hoy el sistema permite que, “los y las pacientes se mantengan en posiciones pasivas que acuden cuando tienen un problema de salud, y todavía se ha conseguido que formen parte activamente del proceso”, comenta Gil. “Y es una pérdida de oportunidad, porque podríamos estar evitando problemas de salud que, si se hubieran prevenido, habrían mejorado la salud de la comunidad y habrían reducido la congestión en la consulta especializada”, añade.
Por otro lado, las administraciones e instituciones públicas también forman parte de esa lucha contra la desigualdad, pero la falta de recursos suele ser uno de los impedimentos principales a la hora de pasar a la acción. “Si tienes un enfoque de equidad basado en la evidencia científica, sabes a dónde tienes que dirigir la política y además tienes recursos, es fantástico. Pero si tienes recursos y la política no está diseñada con equidad, los recursos se van a distribuir sin criterio sólido y no tendrán impacto”, explica Gil. “Puede ocurrir que no se cuente con demasiados recursos, recursos, pero sí con una buena formulación de políticas porque se han analizado como afectan las desigualdades a los múltiples grupos sociales y provocar un impacto positivo mayor”, añade.
Por ello, es esencial evaluar sistemáticamente las políticas públicas, tanto de salud como todas las demás, para poder mejorar su impacto en la población. “Ahora estamos explorando en evaluaciones de políticas el navegador de pacientes. Es una estrategia que permite apoyar a aquellos pacientes que por su nivel educativo o por contar con recursos más limitados, tienen dificultades para acceder al sistema, comprenderlo, y moverse dentro del mismo para que su problema de salud sea resuelto”, explica la doctora.
“Hay que generar evidencia científica, realizar investigaciones para detectar qué alianzas pueden ser las más efectivas para reducir las desigualdades en salud”, enfatiza Gil. La investigación y la evaluación son los aspectos clave en la evolución y transformación del sistema sanitario, un sistema en el que no puede caber la desigualdad. Desde la evaluación de las estrategias y políticas públicas, a la reflexión del presente y el futuro de la sanidad en todo tipo de eventos, foros y debates; si no se analizan y entienden los problemas y las necesidades, es prácticamente imposible encontrar soluciones efectivas y que no dejen a nadie atrás. Por ello, es necesario invertir en un sistema sanitario eficaz, efectivo y eficiente, con una atención primaria desarrollada, con profesionales formados adecuadamente para sus actuaciones y en con una gestión basada en criterios profesionales; sólo de esta manera se podrá combatir la desigualdad no sólo del sistema sanitario, sino de la sociedad en general.
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